5. EL PODER DEL PENSAMIENTO

 El árbol de los deseos

El Arbol de los Deseos |Litografía en lienzo de máxima calidad

La moraleja del texto es que nuestros pensamientos tienen poder: lo que imaginamos con fuerza puede hacerse “real” en nuestra vida, tanto lo positivo como lo negativo.
Por eso, conviene alimentar la mente con deseos y pensamientos constructivos, porque, si dejamos que el miedo y la negatividad dominen, podemos ser nosotros mismos quienes atraigamos aquello que más tememos.


Preguntas para expresión oral (comprensión y narración)

  1. ¿Qué ocurrió cuando el viajero se tumbó bajo el árbol?

  2. ¿Qué deseos se cumplieron al principio y cómo reaccionó el viajero?

  3. ¿Por qué crees que al final apareció un tigre?

  4. ¿Qué diferencia hay entre los primeros pensamientos del viajero y los últimos?

  5. ¿Qué enseñanza crees que transmite esta historia?

Preguntas para reflexión 

  1. ¿Crees que lo que pensamos influye en cómo nos sentimos? ¿Por qué?

  2. ¿Has tenido alguna vez una experiencia en la que un pensamiento negativo te generó miedo o ansiedad?

  3. ¿Qué pasaría si siempre pensáramos en positivo? ¿Sería posible?

  4. ¿Cómo se relaciona este cuento con la frase: “Somos lo que pensamos”?

  5. ¿Qué riesgos puede tener dejarse llevar demasiado por la imaginación?

Preguntas para escribir 

  1. Imagina que tú encuentras un árbol de los deseos. Escribe un relato sobre lo que pedirías y lo que pasaría después.

  2. Escribe una reflexión personal: ¿qué pensamientos sueles tener más, positivos o negativos?, ¿cómo influyen en tu vida diaria?

  3. Redacta una carta al viajero dándole un consejo para que use mejor el árbol de los deseos.

  4. Crea un final alternativo para la historia: ¿qué habría pasado si el viajero no hubiese pensado en el tigre?

  5. Explica con tus palabras la moraleja de este cuento y cómo la aplicarías a tu propia vida.

 

Un viajero llevaba ya varias horas caminando cuando, a lo lejos, vio un precioso árbol en el que cobijarse del sol. Una vez allí se tumbó bajo su sombra y se sorprendió de lo bien que se encontraba. Comenzó a imaginar lo maravilloso que sería disponer de un cesto con comida para mitigar el hambre que traía. Y, de pronto, a sus pies, apareció un gran cesto con queso, pan, aceite... -¡Vaya! -exclamó, este debe ser uno de esos árboles de los deseos que dicen que hay por la zona, ¡qué suerte he tenido! Mientas comía se imaginó también bebiendo un buen vino. Visualizó cómo llenaba una copa y se la llevaba a la boca. Visualizó que el vino entraba en su garganta y llegaba hasta el estómago. Y en ese mismo instante, una botella de vino apareció junto a él. El hombre no se lo podía creer, todo lo que imaginaba, todo lo que visualizaba en su mente se convertía en realidad. Había acabado ya de comer y se dio cuenta de que, aun estando bajo la sombra del árbol, tenía mucho calor, pues el sol castigaba fuerte esas tierras. Comenzó a imaginar lo bien que se encontraría si aparecieran unas cuantas nubes en el cielo y soplase una suave brisa. Con los ojos cerrados lo visualizó de tal manera que, poco a poco, fue sintiéndolo. En cuanto los abrió descubrió que el viento estaba empujando las pocas nubes que había y estas estaban tapando el sol. Le habían hablado muchas veces de esos árboles de los deseos pero jamás pensó que los rumores eran reales. Estaba tan bien allí que decidió que era un buen momento para dormir una siesta antes de continuar su camino. Pero cuando empezaba a dormirse se dio cuenta de que aquella era una zona solitaria en la que solían frecuentar tigres. Comenzó a tener miedo, no paraba de temblar al imaginar que venía un tigre y le atacaba. Y justo en ese momento apareció un tigre y se lo comió.