3. AMISTAS Y GRATITUD

La rosa y el sapo

La rosa y el sapo - Cuentos Que Te Acarician - Eloy Moreno - Podcast en  iVoox
 

A veces no valoramos a quienes tenemos cerca porque nos fijamos solo en lo superficial. La rosa, cegada por su belleza y la opinión de los demás, rechazó al sapo sin darse cuenta de que él era quien la protegía y cuidaba.

“No siempre lo más bonito es lo más valioso; a veces lo esencial está en lo invisible.”
“La verdadera amistad y el cuidado no se miden por la apariencia, sino por las acciones.”

 

 Preguntas para expresión oral (comprensión y narración)

  1. ¿Qué relación tenían la rosa y el sapo al inicio de la historia?

  2. ¿Por qué la rosa pidió al sapo que se marchara?

  3. ¿Cómo se sintió el sapo cuando ella lo rechazó?

  4. ¿Qué le ocurrió a la rosa después de quedarse sola?

  5. ¿Qué descubrió la rosa demasiado tarde?

Preguntas para reflexión (análisis crítico)

  1. ¿Por qué a veces dejamos de valorar lo que hacen por nosotros las personas que tenemos cerca?

  2. ¿Te parece que la rosa fue egoísta o simplemente se dejó llevar por su vanidad?

  3. ¿Qué enseña el sapo sobre la amistad verdadera?

  4. ¿Crees que en la vida real hay personas que actúan como la rosa? ¿Cómo?

  5. ¿Qué es más importante: la belleza exterior o la ayuda y compañía sincera?

Preguntas para escribir (producción escrita)

  1. Escribe un final alternativo en el que la rosa no eche al sapo y cuéntame cómo cambiaría la historia.

  2. Redacta una reflexión personal: ¿qué valoras más en tus amigos y amigas?

  3. Imagina que eres el sapo: escribe una carta a la rosa contándole cómo te sentiste cuando ella te rechazó.

  4. Inventa un relato corto en el que un personaje descubra demasiado tarde lo que alguien hacía por él en silencio.

  5. Explica con tus palabras la enseñanza de esta historia y relaciónala con una experiencia propia o cercana.

En un precioso jardín, una rosa y un sapo habían ido creciendo juntos. Durante mucho tiempo compartieron todo tipo de vivencias, secretos y, sobre todo, una amistad que parecía eterna. La vida iba pasando y el sapo observaba cómo su amiga se volvía cada vez más y más hermosa. Para él era un placer ir a visitarla, saltar a su alrededor y contarle todo lo que sucedía fuera de aquel jardín. Pero la rosa comenzó a darse cuenta de su hermosura y de la atracción que ejercía sobre la gente que la miraba. El único problema era que, de vez en cuando, aparecía un sapo dando saltos a su alrededor que espantaba a los que se acercaban. Llegó el día en el que la rosa, ya cansada de la situación, habló con el sapo. -Oye -le dijo-, ¿no podrías hacer lo mismo que haces aquí, eso de ir saltando de un lado a otro, en cualquier otra parte del jardín? -Pero... -contestó confundido- hasta ahora nunca te había molestado mi presencia, siempre te había gustado tenerme alrededor... -Sí, es cierto, pero me he dado cuenta de que espantas a todos los visitantes que vienen a verme. Les asustas y además... tu aspecto ya no armoniza con mi belleza. -Vaya... -contestó triste el sapo- qué lejos han quedado aquellos tiempos... Ambos se quedaron callados durante una eternidad. Él esperando una rectificación y ella, en cambio, esperando a que se fuera. -Vale... -contestó finalmente el sapo- no te preocupes, el jardín es muy grande, puedo irme a cualquier otro sitio -y se alejó de allí. Y la primavera pasó, y el verano, y también el otoño... Y durante todo aquel tiempo, ambos hicieron su vida por separado. No volvieron a verse en meses, hasta que un día el sapo decidió acercarse a visitar a la rosa. Pero al llegar se quedó totalmente sorprendido. Su amiga, aquella bonita flor, estaba ahora marchita, apenas quedaba rastro de la belleza que había tenido meses atrás. Sus pétalos estaban agujereados, su tallo caído... -Hola, Rosa. -Hola, Sapo -contestó ella con rocío en las mejillas. -Pero, ¿qué te ha pasado? ¿qué te han hecho?¿por qué tienes tan mal aspecto? -No lo sé. Los primeros días todo fue bien, pero poco a poco comenzaron a comerme los bichos, sobre todo las hormigas. Un día un picotazo aquí, otro día otro picotazo allá y se han apoderado de mí... -¡Ay, Rosa! -le contestó el sapo- nunca te diste cuenta de que antes había alguien que se comía todos esos bichos que estaban cerca de ti. Estabas demasiado ocupada observando tu propia belleza.